lunes, 29 de marzo de 2010

Mini crónica de la Ruta Rulfiana 2010

...nos fuimos al llano grande, allá para Sayula, a la tierra del niño Juan. Algunos de Los Solos ya conocían la casa, pero de todos modos se pusieron a leer la placa y se conformaron con tomarse la foto en la fachada, imaginando los pasos de Rulfo hacia la margen del riachuelo cercano, en esta primavera que luce a todo verdor. Las lecturas viejas se avivaron con el dulzor del rollo de guayaba comprado en el jardín, oloroso a nostalgia de aquellos árboles que tuvo la casa de antaño Madero 32. En San Gabriel la ruta fue puro gozo. La casa de los Pérez Vizcaíno tenía abierta su reja y mientras las composturas de papel de china echaban a volar la imaginación, posamos juntos en el umbral del zaguán, y luego en el patio de la entrada, entre sonrisas de fiesta y broma. Nadie se quería ir, los dueños de la casa, compasivos, amables, accedieron a uno y tantos flashazos sin chistar. Allí estuvo Juan hasta los diez años de edad, cursó la primaria, antes de salir a Guadalajara. Apulco se escribe aparte: qué pueblo blanco y callado...esbelto en su torre y pródigo de bugambilias. Una sola alma en el centro de lo que fuera la hacienda de los abuelos y padres de Rulfo. El calor obliga a buscar la sanidad de la sombra, a pensar si vale la pena ir a conocer Tuxcacuesco luego de tanto sol. Un águila cruza en tanto el pueblo se calcina, hay un solo comercio abierto a la orilla para refrescar la garganta.Tuxcacuesco y Sayula han llamado a su Casa de Cultura: Juan Rulfo y éste, ha respondido con creces a la distinción. Cerca nos queda Apulco, con la cabaña prometida, donde frente a una chimenea leemos en voz alta lo que todo el grupo quiere escuchar.

Silvia Quezada




No hay comentarios:

Publicar un comentario