lunes, 31 de mayo de 2010

Los Cuadernos de Don Miguel. 4to libro publicado por Los Solos en Marzo de 2009.

Una reseña: "Capilla de Guadalupe, al filo de una gestación".

Texto escrito por Armin Figueroa en la presentación del libro: "Capilla de Guadalupe al filo de una gestación", en el Museo de la Ciudad.

Recibir la invitación para integrar la mesa de presentadores de un libro siempre es un acto gratificante, uno pudiera pensarse portador de cierta opinión u observación importante sobre el contenido del libro en cuestión, entonces se anda entusiasmado por ahí, cavilando los muchos pensamientos que pudiéramos concebir con las múltiples lecturas hechas al libro de la noche. Las mejores ideas pasarán el filtro para establecerse en una de esas hojas blancas como alguna de estas que leo a ustedes, y es que no es tarea fácil atinar al gusto y exigencia de los asistentes que en variadas ocasiones acuden a tal o cual presentación de libro más en el papel de jurado que de espectador, caso común cuando hay varios especialistas sobre el tema o temas tratados. Pero hoy no sólo compartimos opiniones o ideas con ustedes, sino también el júbilo de tener en las manos el fruto de un proyecto emprendido hace aproximadamente un año.
Pues bien, los comentarios referentes al aspecto legal los dejaré en boca de mi compañero Paulo Verdín, no obstante para hablar de Capilla de Guadalupe. Al filo de una gestación título de este libro es necesario hacer referencia a la población aludida:
Por la salida a Zapotlanejo, a 105 kilómetros de distancia la carretera se ensancha para permitir la circulación al mismo tiempo a dos o tres vehículos en cada sentido, una señal vial verde turquesa con letras blancas anuncia: Poblado próximo, y unos metros después, oculto entre algunos matorrales que se rehúsan a abandonar su tierra, permanece el letrero Capilla de Guadalupe. De ese mismo lado, el derecho, podemos observar una pequeña mancha de casas y después las verdes praderas y los cerros vecinos. La mayoría de las casas están del lado contrario.
Inmediatamente después del letrero hay que dar vuelta a la izquierda, allí donde una carpa desmontable roja, alusiva a un refresco de cola es el recinto de alguna vendimia de comida. La calle luce en su superficie tonos negros, verdes y grises producto del empedrado mezclado con trozos de pasto y hierbas silvestres, un par de cuadras después los colores son sustituidos por el gris claro del pavimento hidráulico, La Capilla, como le llaman los oriundos, está pavimentada en su mayoría.
La calle se sigue hasta llegar a la plaza principal donde la tranquilidad solo es interrumpida por el estrépito motorizado que de cuando en cuando se estaciona unos minutos al poniente de la plaza para esperar algún pasajero, hemos llegado, ya estamos en el corazón de La Capilla.
Su gente:
Quien viaja de Guadalajara a Capilla de Guadalupe puede pensar a primera vista que los habitantes de esta pequeña población son huraños. En las bancas de la plaza, protegidos por la sombra de un ficus se puede ver reposar, contemplar o conversar a algunos señores con sombrero, la blanca edad se asoma en las patillas o en los canosos bigotes.
El visitante baja del camión y ellos sin acordarlo echan una mirada para ver quien llega a su pueblo; en los portales, cortinas y puertas abiertas invitan al transeúnte a adquirir algún producto o servicio, los tenderos recargados en el mostrador o sentados en los portales también lo miran a uno.
-¿Disculpe algún hotel? Y el capillense responde de inmediato, hay dos uno aquí en la esquina y otro a la vuelta pero este está más bonito.
-¿Oiga y para comer? Aquí en el mercado hay una fondita o allá a un lado de la notaria venden pizza.
Y si continuara preguntando me seguiría contestando porque los capillenses son amigables, amistosos y solidarios, no son huraños, el silencio que los acompaña, en la plaza o en los portales no es otra cosa si no el goce de la tranquilidad de su pueblo, la contemplación de su terruño. (Aunque aclaro, alguna excepción debe haber).
Habrá pues, que buscar hospedaje en uno de los dos hoteles vecinos a la plaza, en algunas temporadas hay pocos huéspedes, en otras, por ejemplo durante las fiestas las habitaciones escasean, y es que los 12 mil capillenses registrados en el censo de población y vivienda del 2001 reciben muchas visitas, sobretodos de los familiares que decidieron hacer su vida en Estados Unidos. Es quizá el fenómeno de la inmigración la causal de la disparidad proporcional entre varones y mujeres, de acuerdo a las estadísticas del citado censo el total de mujeres es de 6,260 mientras los hombres son: 5,565.
Dicha realidad se observa en la preparatoria donde es fácil mirar la cuantiosa presencia del sexo femenino.
Se entra al hotel para buscar una habitación dónde reposar y se sale con una obligada reflexión sobre la vida económica de La Capilla, pues existen varios elementos que muestran una constricción poco económica como: detalles laboriosos, pequeñas reproducciones de esculturas renacentistas como el David de Miguel Ángel y sillones de piel (o de una muy buena imitación).
El momento se presta para comer, a unos 20 metros está el mercado lugar de la fonda de doña Rosi, una mujer de aproximadamente 40 años que corrobora el carácter amigable de los pobladores, siempre servicial y trabajadora lleva una sonrisa para todos los comensales. La mayoría de los clientes son trabajadores que aprovechan el descanso para comer aunque en ocasiones alguna ama de casa llegan con sus recipientes para llevar al hogar albóndigas, carne con chile, frijoles y tortillas recién hechas. Y de cuando en cuando se ven algunos jóvenes investigadores.
El postre no puede faltar y en Capilla de Guadalupe las paletas del Feo se han posicionado como el preferido siendo la paleta estelar aquella con sabor a chocomilk.
Una caminata puede ayudar a la digestión de los alimentos se puede caminar por las calles del pueblo, el recorrido evocará la anterior reflexión sobre la economía, el primer cuadro está constituido por algunas casonas, constricciones conservadas en su mayoría aunque algunas están remodeladas. El desplazamiento a las orillas, donde están las nuevas edificaciones muestra un eclecticismo arquitectónico, si bien existen casas sencillas, de una sola planta con frente plano, y con no más de una puerta y dos ventanas en la fachada; también hay casas de grandes dimensiones, algunas con influencia californiana por ejemplo puertas blancas de madera para el garaje; otras casas guardan detalles de cantera, hay columnas que están muy en boga y herrería muy trabajadas. Este tipo de construcciones es posible gracias a un pueblo trabajador y ahorrativo desde hace bastantes años la ganadería, la forrajearía, la industria tequilera, los productos derivados de los lácteos y la floricultura han dado a la Capilla un firme crecimiento económico que aunado a las remesas de los connacionales propician un buen nivel de vida, por lo cual no es de extrañar las múltiples construcciones que se realizan día con día, los nuevos terrenos fraccionados y la gran cantidad de comercios de ropa, bisutería, artículos para la cacería y agricultura, entre otros. No se debe olvidar destacar el centro comercial llamado Centri Plaza, que cuenta con un elevador, con estacionamiento subterráneo, dos pisos de tiendas y un tercero para bares y alimentos, este último piso es uno de los lugares de reunión para los jóvenes.
Si se prefiere caminar por las plazas y parques hay varias localidades para hacerlo, las plazas de los templos de San José y del Sagrado Corazón de Jesús, la plaza principal y la plaza de los Charros donde se erige la estatua de Don Juan Franco Franco uno de los grandes charros que ha tenido Capilla de Guadalupe cuatro veces campeona nacional de charreria y cuya tradición sigue firme, los eventos de este deporte se presentan sobre todo durante las fiestas patrias. En está misma plaza hay una cancha mediana de futbol y una de básquetbol además de áreas verdes; niño y adolescentes se juntan en las tardes para jugar, se pueden escuchar, risas, gritos y uno que otro llanto.
Los jóvenes tienen otros lugares de reunión, uno mencionado anteriormente es el tercer piso de la Centri Plaza, otro es un bar en una de las calles de Capilla pero el tercero y más concurrido es la plaza principal. Miércoles y domingos a las ocho de la noche los muchachos bien vestidos salen de sus casas para ser participes de la Serenata tradicional, los hombres dan vuelta hacia un lado y las mujeres hacia el otro, buscan cruzar miradas, sonrisas, confetis o flores para conquistar una vuelta o dos o más. En las calles los automóviles dan vueltas creando una caos poco habitual el resto de la semana, en ocasiones llevan muchos ocupantes, en exceso o solo uno, pero siempre tiene música a un volumen alto.
Pero está tradición tiene una particularidad, dos de las cuatro caras de la plaza muestran una fuerte polaridad en la vestimenta, la acera más lejana al templo de la Virgen de Guadalupe está ocupada por jóvenes con una vestimenta casual; mientras en la acera contraria, la más cercana al templo la vestimenta de los muchachos se compone de playeras y pantalones o bermudas extra grandes, cachuchas con las iniciales de Nueva York o Los Ángeles California, tenis amplios con agujetas grandes, y collares grandes de color plateado. Esa noche sólo hubo dos sombreros, el de un capillense y el de mi compañero Paulo Verdín.
Al cuarto para las doce las campanadas recuerdan el límite de los permisos, las parejas se despiden, unos piden la última vuelta, otros se marchan y antes de contar quince minutos la plaza se ha quedado sola, con su quisco y sus palomas que ya duermen.
Es mejor regresar al hotel, a está hora ya no hay más que hacer, sino reflexionar sobre la realidad de ese pueblo que busca crecer.
A la mañana siguiente vuelven las campanas para anunciar el alba, los capillenses se despiertan para asistir a la primera de las celebraciones litúrgicas, iniciar el día del lado de Dios y de la Virgen Morena es una de las actividades más importantes, quien no puede acudir por las mañas hace una vista al templo a medio día o por la tarde, hay quien visita el templo más de dos veces al día.
Desde su origen la creencia religiosa estuvo presente pues la Capilla se fundó debido al agradecimiento que tuvo el Amo Aceves a la Guadalupana por haber recibido un milagro. Otro factor propicio para la vigencia de la iglesia en el pueblo es el papel fundamental que han tenido los párrocos en la introducción de los servicios públicos al pueblo, en la actualidad se le tiene un gran respeto y estima al sacerdote responsable de la parroquia de ahí que sea la iglesia el órgano difusor de las actividades necesarias para beneficio del pueblo.
No todos están de acuerdo en que la iglesia tenga un papel tan importante, tampoco en conservar la tradición religiosa del pueblo pero la gran mayoría de capillenses llevan grabada una leyenda “Que la lengua se me pegue al paladar si no me acuerdo de ti” Leyenda presente en el escudo de Capilla de Guadalupe.
Es hora de partir el autobús reclama el regreso.

Armin Figueroa